El día de hoy quiero encaminar mi comentario a unas expresiones que el expresidente Danilo Medina comentó la semana pasada, en una de las actividades de la organización que él preside. Medina afirmó que todas las encuestas están compradas por el gobierno, refiriéndose a las mediciones que se reflejan en las próximas elecciones municipales de este 18 de febrero, donde, según él, estas no reflejan los números que proclama la alianza Rescate RD.
Resulta irónico que, quien una vez se apoyó en las encuestas favorables para validar su liderazgo, ahora las desacredite cuando el viento cambia de dirección. Recordemos que en 2016, una encuesta de Greenberg Quinlan Rosner destacó un panorama muy favorable para Medina, con un 80% de aprobación y un 59% de la población deseando continuar con su dirección. Incluso durante la pandemia, las cifras de Mark Penn Stagwell mostraron un 69% de aprobación de su gestión.
Las encuestas, que una vez fueron faros de legitimidad para Medina, ahora son descartadas como artificios comprados. Esta actitud pone en entredicho no solo la confiabilidad de las encuestas cuando no convienen, sino también la consistencia de su discurso.
La democracia, y su pulsar a través de las encuestas, es una narrativa en continuo cambio. No se trata de descartar las herramientas que antes nos eran útiles; se trata de interpretarlas con criterio y honestidad, buscando siempre el reflejo más fiel de la voluntad popular. El desafío no está en hallar cifras que nos favorezcan, sino en mantener una postura de integridad y transparencia ante la voz del pueblo, sea esta cual sea.